Entrevista a Marco Perilli y a Gabriela Pérez

 

 

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Es un honor para Frontal presentar la charla que tuvimos con los editores de AUIEO, en esta ocasión Gabriela Pérez y Marco Perilli discuten algunas de las particularidades más notables de la esfera editorial mexicana.

Las editoriales independientes proponen, entonces, o deberían proponer, aquella visión y aquel filtro necesario para la hechura de un libro, o de una colección. Criterios, apuestas, intuiciones, frustraciones, pasión, y trabajo incansable sobre todo… Seleccionar un texto, separarlo del ruido y escucharlo, no es un juego. Una editorial depende de esto, y se independiza en la medida en que lo alcanza.

¿Cuál crees que es el estado del mundo editorial actualmente en México y cómo se insertan en él las editoriales independientes?

En México hay más editoriales, más escritores y más escuelas de escritura y más becas, que lectores. La producción de libros es elevada, hasta el exceso, respecto a la demanda real. Esto es posible gracias a los apoyos de las distintas entidades locales o federales, que respaldan y promuevan una producción incontrolada. El problema es la calidad: la mayor parte de lo que se imprime es ejercicio de vanidad, de favores, de ignorancia. Digo lo que se imprime, no lo que se publica: publicar significa pasar por el filtro, el aval, el trabajo, el rechazo, de un proyecto editorial, que es un proyecto literario, de fondo y de forma, de visión. La mayoría de lo que se imprime, si hablamos de números, son desahogos personales –y no el destilado de una reflexión, la esencia de un oficio y de una disciplina– que encuentran en las instituciones, las relaciones públicas, los intercambios, su principal justificación. Bajo estas condiciones, cualquiera puede imprimir su propio libro en México. Y esto está pasando, y pasará cada vez más, a nivel global con los nuevos medios electrónicos: ¡la autoedición! ¿Por qué no se habla también de autocirujía? ¿Por qué acudir al hospital, cuando me tenga que operar, si puedo hacerlo yo?

Las editoriales independientes proponen, entonces, o deberían proponer, aquella visión y aquel filtro necesario para la hechura de un libro, o de una colección. Criterios, apuestas, intuiciones, frustraciones, pasión, y trabajo incansable sobre todo… Seleccionar un texto, separarlo del ruido y escucharlo, no es un juego. Una editorialdepende de esto, y se independiza en la medida en que lo alcanza.

¿A qué atribuyes el auge de este tipo de agrupaciones, empresas y proyectos editoriales? ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan?

México es un país lleno de recursos, energías, inquietudes. Es una sociedad joven. Me parece natural que se aprovechen condiciones favorables, impensables en otros países. Me refiero a los apoyos, a los programas de fomento, a todos aquellos canales que facilitan el inicio, y el cultivo, de una actividad cultural. En este terreno México es un país que se encuentra a medio camino entre Europa y Estados Unidos: de un lado el modelo europeo de los apoyos del estado (modelo que por cierto, hoy, en Europa es un recuerdo), por el otro el modelo norteamericano del mecenazgo privado: fundaciones, bancos, etcétera. Abrir una editorial, y conservarla, o producir un libro costoso, es mucho más fácil en México, donde hay pocos lectores, respecto a países con un mercado más amplio y maduro, donde sin embargo estás solo frente a cuentas, facturas, impuestos y una competencia que te aplasta.

El reto principal de una editorial es leer: los libros y el mundo. Es el primer paso para la composición de un catálogo, su partitura. De inmediato te ubicas y te ubican, defines tu lenguaje, tu ritmo, y también tus disonancias, y lo que no comprendes. Sólo a partir de una premisa firme puedes actuar. El riesgo es resbalar hacia la solución fatua y estéril de la circunstancia, hacia la conveniencia del instante: publicar lo que se da porque se da, porque va, escapatoria efímera que sólo aplaza el momento de la asfixia en el maremágnum del mercado. Ahí no hay editores, sino empleados del sentido común, del gusto trivial y la improvisación. Y por suerte, son empleados que caen, como hojas secas, cuando cambia el viento y la estación.

Lo que importa es definirse, a costa de toda restricción. Hay que limitarse para extenderse, decía Goethe. Se me permita un ejemplo de nuestra experiencia en AUIEO. Hace un par de años publicamos un libro, en la colección de poesía y narrativa, titulado Apocalipsis de Pablo. Es un texto anónimo, escrito en griego en el segundo siglo, conservado gracias a manuscritos latinos, que tuvo mucha influencia, en la Edad Media, en la construcción de la idea de infierno, de su iconografía. Nunca, este texto, a pesar de su peso en la tradición de Occidente, había sido traducido al castellano. La apuesta editorial, entonces, se justificó exclusivamente con señalar un vacío cultural, una necesidad bibliográfica, una obviedad, diría. Sin embargo, comercialmente, es un acto suicida. Nosotros desplegamos recursos y tiempo para proponer algo que sabíamos que iba a encontrar rechazos, o indiferencia, o a lo mejor recelo. Publicar en México, en 2012, un texto antiguo, anónimo, sobre el infierno, con el original en latín… Pero el cálculo –porque sí hubo cálculo y si no hay cálculo no existes–, fue literario, el único terreno lícito en este oficio. Y para convertir una idea en un libro involucramos a una serie de personas, de habilidades, que argumentan el reto. La traducción estuvo a cargo de Vicente Flores, un joven estudioso egresado de la UNAM, que cursa un posgrado de Filología Clásica en Alemania; el prólogo lo escribió Álvaro Uribe, que dialogó con el texto con finísima empatía; para la parte visual, colaboraron el mexicano Manuel Marín y el argentino Santiago Caruso, y cuántos libros fueron consultados para la búsqueda iconográfica… O, con respecto a la producción material del libro, la sola portada ha pasado por cinco talleres: el que realiza el papel artesanal, el que imprime en serigrafía, el que imprime una etiqueta con tipos móviles, el que realiza un gofrado, el que encuaderna… La editorial se hace cargo de dirigir esta orquesta, cuyo costo es por mucho superior al boleto que el público paga. Aquí, creo, entran la posibilidades de un país como México. ¿Hubiera sido posible realizar este libro en España o en Argentina? No lo sé, amigos de España y de Argentina me dicen que no. Aquí recibimos el apoyo de un programa del FONCA, y es donde el estado ampara un proyecto sólidamente argumentado a nivel cultural, muy frágil a nivel comercial. Para esto sirve el estado, ésta es su función, nosotros dependemos del estado, el estado nos permite pensar que la pelea del editor es con una desinencia rara en latín o con un grabado del XVII y no con la señorita de Sanborns o de Gandhi. Ésta es la auténtica dependencia, la que debemos cultivar. Pero no hay que confundir la consciencia de un privilegio con el parasitismo: cuando no tuvimos el apoyo del FONCA, no por eso dejamos de hacer libros bajo los mismos criterios, igual de descabellados en términos comerciales, y que incluso resultaron más caros. Entonces el reto es inventar las condiciones para hacerlos: inventar, que es el contrario de crear, significa encontrar. Otra vez el reto de una editorial es leer el mundo…

El término de editoriales «independientes» puede llegar a ser problemático, ¿consideras que es correcto llamarlas de ese modo? ¿Qué significa que sean independientes?

Me parece que para que el término deje de ser problemático se deben aclarar los puntos que definen esa«independencia». En el gremio existen editoriales que se llaman independientes y que tienen una capacidad económica, aunada a una ambición comercial tal, que les permite modificar sus planes editoriales para situarse y crecer en el mercado; publican tanto material de gran calidad como títulos que desmerecen. Hay editoriales independientes que ceden a las demandas del mercado para poder obtener apoyos gubernamentales para su producción y mantenerse en el mercado. Existen por otro lado editoriales que, con el apoyo de diversos programas o sin él, cultivan un rigor en su plan editorial, pretenden ofrecer títulos sustanciales, fomentan el diálogo con el lector, buscando mantener elevado su horizonte literario y presentándose como alternativa a la que los lectores encuentran en los libros de los grandes conglomerados.

Una editorial independiente, según nuestro punto de vista, no es entonces aquella que no se preocupa por el mercado o que no recibe apoyos institucionales, sino aquella preocupada por ofrecer un plan editorial acorde y congruente con su idea de literatura.

¿Qué papel juega la labor editorial independiente frente a los grandes conglomerados editoriales y frente al Estado?

Frente al Estado, las editoriales independientes, con todo y la diversidad entre ellas, son una opción innovadora respecto a la que ofrecen las grandes editoriales, y justo por ser diferentes son la vía de rescate de obras encalladas, que no han sido editadas en castellano o que se han descontinuado por el sello que las publicó. Frente al Estado, el gremio que nos compete es un cúmulo de riqueza editorial, de personas preparadas y comprometidas, con aspiraciones de vivir de su trabajo pero no de enriquecerse de él, ni de ceder ante las exigencias comerciales puestas por los conglomerados editoriales. Ante los grandes sellos –donde el tamaño indica un dato fiscal y no la nobleza– no tenemos sino que aprender lo que podamos para emular virtudes y, sobre todo, evitar los que consideramos errores.

¿Cómo consideras que ha sido la respuesta de la crítica (en revistas, suplementos, blogs, con críticos en concreto) hacia las propuestas editoriales independientes? ¿Crees que existe suficiente recepción y atención?

Los eventos y publicaciones de las editoriales independientes o alternativas, suelen tener buena repuesta de la crítica. Evidentemente, dicha respuesta está vinculada a la calidad ofrecida. Si una de estas editoriales propone un texto que salga de su línea editorial, la crítica que lo aborda será distinta a la que trata el tema cuando se sigue un riguroso esquema editorial. La prensa y los críticos de medios de amplio espectro cubren menos a las editoriales independientes que a los grandes grupos, pero aquellos que se preocupan más por el contenido y las ideas, pueden llegar a consideraciones directamente proporcionales al valor que las. Una vez más es un acto discreto: en el ruido de fondo que atolondra nuestras vidas, hay que separar lo que es ruido y chismorreo del fondo…

¿Qué editoriales independientes te parece que están presentando las propuestas más relevantes e interesantes en la actualidad y por qué?

Tal como hemos dicho, entre las editoriales independientes existen alternativas de distintos temas, manufacturas, autores y propuestas. Sin dar nombres, nos llaman la atención aquellas que han alcanzado un nivel de independencia, una esencia, y su estilo, tal que cuando mencionas un título, o a un autor, puedes decir: parece un libro de x… o cuando tocas un libro, con los ojos cerrados, puedes ver el catálogo al que pertenece.

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Gabriela Pérez nació en la Ciudad de México, en 1976. Estudió Química en la UNAM. Es profesora de ciencias en el Instituto Escuela y autora de distintos libros de texto, de química y física, para secundaria y bachillerado. Fue editora de la revista Ciencias, de la UNAM. Ha frecuentado la Escuela Dinámica de Escritores de Mario Bellatin y ha conducido el programa Tripulación nocturna de Radio Efímera. Sus cuentos han sido publicados en los volúmenes Palabras malditas (2008) y Proporción áurea (2011). Es fundadora de AUIEO Ediciones.

Marco Perilli nació en Trento, Italia, en 1964. Desde 2003 vive en México. Sus últimos libros son El punto, con dibujos de Vicente Rojo (2013) y Diario del mar, con fotografías de Nicola Lorusso (2013). Fundó en Italia la revista Auieo en 1998 y la editorial homónima en 2001. Imparte cursos en la Fundación para las Letras Mexicanas y en Casa Lamm. Es fundador de AUIEO Ediciones.

Acerca de AUIEO Ediciones:

La editorial AUIEO nace en Italia en 1998; publica a Gerardo Deniz, Octavio Paz, Augusto Monterroso, entre otros. AUIEO Ediciones comienza su actividad en México en 2011.

Sus colecciones son: Mandrágora: narrativa y poesía, 510 ejemplares, 110 de los cuales contienen una obra original firmada por el artista y son destinados a los suscriptores; Autoria: colección de ensayo literario; A: colección de arte.

En la colección Mandrágora ha publicado primeras o nuevas traducciones al castellano del griego clásico, del latín, del francés medieval y moderno, del alemán; los autores que han prologado estas obras son: Luis Alberto Ayala Blanco, Bárbara Jacobs, Álvaro Uribe, Luigi Amara, Tedi López Mills y Jorge F. Hernández.

 

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